Primer día de la Misión Humanitaria en Buenaventura

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No había lugar para más demora. Los acontecimientos de las últimas semanas, en vez de desalentar, no han hecho sino reafirmar la consciencia de la necesidad de realizar la Misión Humanitaria en Buenaventura. La Juntanza Interétnica Social y Popular había convocado a defensores/as de derechos humanos, iglesias, instituciones y organizaciones nacionales e internacionales con el propósito de acompañar y ayudar a visibilizar la Crisis Humanitaria que viven las comunidades del Bajo San Juan y del Calima. A pesar de la  ausencia de respuesta por parte de la institucionalidad, la poblada sala en la que se daba la bienvenida el domingo mandaba un mensaje inequívoco: la Juntanza no está sola.

La primera jornada empezaba temprano en la sede de la Pastoral Social. Nada mejor que compartir un desayuno para coger fuerzas para el intenso día que se presentaba. La primera parada: la aldea del barrio Matía Mulumba. Una chiva entra -no sin dificultades- por el pedregoso camino que conduce al emplazamiento donde la comunidad de Valledupar vive desde el 1 de febrero. Son 105 días desplazados/as; más de tres meses lejos de casa. Las autoridades de la Juntanza aconsejan no abandonar el grupo, pues en el barrio la seguridad es incierta. La propia comunidad sufre un estado de semiconfinamiento por esta misma razón.

El recibimiento es espléndido y no omite detalles artesanías, danzas tradicionales y memorias comunitarias. Una comunidad que durante muchos años resistió en su territorio, pero todo tiene un límite.

Tras brindar un delicioso almuerzo a las visitas, la atronadora bocina de la chiva indica que se debe continuar para el siguiente destino: la casa de Santa Rosa de Guayacán. Después de 15 minutos, el grupo desciende y comprueba las dificultades para poder situarse dentro del edificio. En efecto, la sede de la organización Asociación de Cabildos del Valle del Cauca-Región Pacífico – ACIVA RP parece demasiado pequeña para tantos visitantes; es doloroso solo imaginar que allá viven 157 seres humanos, la mitad niñas y niños.

Su desplazamiento se produjo el pasado 25 de noviembre de 2021 El Estado inoperante para garantizar la seguridad en el territorio- fue igualmente incapaz de proveer un emplazamiento digno para la comunidad. Así, se vieron forzados a buscar una alternativa, acabando en unas oficinas que tienen unas condiciones nulas de habitabilidad.

Las lideresas y los líderes hablan de unas medidas cautelares, del reconocimiento de su territorio como un Resguardo Humanitario y Biodiverso. Unos hitos que no evitaron su desplazamiento forzado por cuarta vez en poco más de una década. ¿De qué sirve redactar leyes que luego no se ejecutan? ¿Para qué dictar sentencias que luego no se hace cumplir? Casos como este cuestionan la legitimidad misma de Colombia como estado de derecho.

La jornada finaliza donde comenzó. En un círculo, las y los participantes socializan lo vivido, sus impresiones, así como se repasa el plan para el día siguiente. En el curso del debate, se respira una sensación de frustración en común, pues parece difícil concebir semejante abandono por parte de las instituciones. Las ganas de seguir, no obstante, permanecen intactas. Porque la Juntanza no se rinde, carajo. Ha llegado y va a quedarse.

Comunidades Construyendo Paz en Colombia – CONPAZCOL

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