COMUNIDAD WOUNAAN PHOBOR. CRÓNICAS DE UN EXTERMINIO FÍSICO Y CULTURAL ANUNCIADO.

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Por Karen Johanna Tafur Pérez – CONPAZCOL

Detrás del conflicto armado en colombia, del desmebrado capitulo étnico del Acuerdo Final de Paz y de la falta de voluntad politica del Estado Colombiano yace la esperanza de un pueblo indigena avasallado.

Luego de 18 años del primer desplazamiento de una de las comunidades indigenas amaparadas por el auto 004 de 2009 de la Corte Constitucional – los Wounaan del Bajo San Juan, aún a la fecha se guarda la esperanza de un retorno y una reubicación digna y segura, según la voluntad de la fracturada comunidad. Y nos es preciso evocar el adjetivo “fracturada” toda vez que, en el Distrito de Buenaventura se encuentra la misma comunidad, asentadas en distintos lugares, con distintas autoridades tradicionales: Los Wounaan Phobor y los Wounaan Nonam, los cuales, aún a pesar de ser un solo colectivo del mismo resguardo de Santa Rosa de Guayacan, las afectaciones de la guerra iimplicaron la clásica ruptura del Tejido social. En todo caso el uno y el otro siguen siendo los mismos desplazados sin reparación material e inmaterial, abandonados a su suerte aun a pesar de existir para cada uno de ellos pronunciamientos constitucionales y medidas cautelares dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humano… Gran paradoja!.

Los Wounaan Phobor viven de la hermandad y caridad del pueblo negro del Consejo Comunitario del Bajo Calima quienes para el año 2015 dispusieron menos de una hectárea de su territorio colectivo para que en el pudieran recuperar la dignidad, la medicina tradicional, los usos y constumbres 10 familias conformadas por 50 personas entre hombres, mujeres, niñas, niños y adolescentes. Este acto obedece al afecto étnico que se profesan los pueblos y comunidades que cohabitan en un Distrito per se interétnico.

En esta porcion de tierra los Wounaan Phobor han aprendido a vivir el dia a dia con limitaciones materiales, sin embargo, han apredido a resisitir y sobrevivir, aun a pesar del abandono del Estado Colombiano.

Para los Wounaan Phobor retornar a su territorio materno no es una opción, máxime cuando el conflicto alli se ha recrudecido despues de la firma del acuerdo de Paz como lo refirieron ante la Instancia Especial de Alto Nivel con Pueblo Etnicos – IEANPE. De ahí que su suerte se empiece a delinear hacia una reubicación digna, segura, voluntaria; y mas aún, una reubicación donde puedan reconstruir con tranquilidad su memoria y su cultura.

Finalizaba el año 2021 cuando despues de atravezar procesos fracasados y dilatados ante la Agencia Nacional de Tierras decidieron, con la dirección de sus mayores y mayoras iniciar un proceso constitucional de tutela del cual se obtuvo un resultado positivo a sus intereses colectivos, no obstante, la indolencia de la Gobernacion del Valle del Cauca, la UARIV y la ANT quebrantó los dialogos que se venian abordando al presentar un recurso de impugnacion que se desató en el Tribunal de Buga donde la suerte que ya estaba echada para los Wounaan Phobor se cristalizó en ordenes reforzadas que confirmaron la primera instancia.

Para el 28 de febrero del años 2022 por iniciativa de la comunidad Wounaan Phlobor y de CONPAZCOL se abrió una mesa de dialogo virtual donde participaron todas las entidades accionadas, excepto la Gobernacion del Valle del Cauca y los organos de control; en este espacio se concertaron acciones dentro de las cuales, una era la entrada al territorio los dias 19 y 20 de Marzo de 2022 a fin de abordar una fases de alistamiento hacia la ruta para la Reubicación de una forma real, garantista y participativa. Sin embargo, las dilaciones se volvieron a presentar, esta vez por parte del Ministerio del Interior quien debiendo ser facilitador y articulador del proceso, jugó papel de verdugo generando una grave revictimización.

El riesgo de exterminio fisico y cultural de los Wounaan ha sido anunciado en multiples pronunciamientos, pero a la postre desatendido o deshechado de forma grotesca y descarada, circunstancia que resulta ser una amañada costumbre del establecimieto público en Colombia y de una Buenaventura miope, donde la pobreza, la prostitución y el racismo se sirve a la orden del día.

No se puede hablar de una paz estable y duradera cuando en cada esquina reina el terror, el hambre, la mendicidad y un total desconocimiento del Estado Colombiano a sus cometidos. Es aquí donde nos cuestionamos, respecto de ¿cuantos pueblos étnicos mas deben ser exterminados para que nuestra consciencia tome forma dentro de un entorno anquilosado y envejecido por los intereses neoliberales? O quiza, el preguntarnos si ¿los muertos negros o indios no duelen igual que algunos otros? Y mas aún, ¿será veraz la voz de nuestras víctimas en el parlamento, donde quienes han llegado para el nuevo periodo son los hijos de los victimarios?

Tristemente se podría responder con desconsuelo las preguntas; y, por supuesto concluir que, dentro de las dependencia públicas se encuentra un teatro de marionetas y no seres humanos.

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